domingo, 14 de junio de 2015

A QUIEN SE PARECERÁ MI BEBÉ

Cuando nos enteramos de que viene un bebé está en camino empezamos a preguntarnos qué rasgos heredará de nosotros ¿Quieres saber de que depende su aspecto físico y su personalidad?  

El aspecto físico no se puede planificar

La teoría parece bastante sencilla: un óvulo y un espermatozoide se juntan, las células se dividen y se multiplican formando un pequeño ser humano. Pero cuando el óvulo y el espermatozoide se encuentran, entran en juego 30.000 genes de cada uno de los progenitores, agrupados en 46 cromosomas. Y el número de combinaciones que pueden darse es infinito. Si un niño hereda los ojos azules de la madre o los marrones del padre o la tendencia a la obesidad, no depende de un solo gen sino de la combinación de muchas secciones de genes.
Además, en cada fusión entre un óvulo y un espermatozoide, los genes se mezclan de una manera diferente. Por eso, no puede haber dos personas genéticamente idénticas, a no ser que fueran gemelos monocigóticos.
Existen genes dominantes pero no definitivos. Por ejemplo, si el padre tiene ojos marrones y la madres los tiene azules, el niño tiene una probabilidad mucho más alta de que los suyos sean marrones puesto que el gen dominante para el color de ojos es el marrón.





¿Se parecen todos los bebés?

Es posible que algunas características, como las orejas del soplillo, no se manifiestan en varias generaciones. Y sólo cuando nazca, los padres y toda la familia pueden comprobar a quién el recién nacido saca más parecido: '¡El hoyuelo en la mejilla es de su madre!', '¡Esta manera de abrir los ojos es igualita a cómo lo hace su papá!'
Muchos escépticos dirían: ¡qué tontería! ¡Los bebés son todos iguales! Y algunos científicos les dan la razón. Según los psicólogos de la Universidad de California en San Diego, la afirmación de que la mayoría de los niños son clavados a su madre o a su padre es falsa. Enseñaron a más de 100 personas fotos de niños de varias edades y de tres posibles madres y padres. El resultado fue inequívoco: los participantes solo reconocieron en algunos niños de un año parecidos evidentes y ¡tan solo con el padre!

¡Igualito a papá!

Los investigadores estadounidenses explican semejante resultado con motivos que radican en la evolución de la especie humana. Mientras que la madre sabe al cien por cien que el hijo es suyo, el padre no siempre puede estar seguro. Pero si reconoce rasgos suyos en sus hijos, su compromiso paterno se ve re fortalecido.
Por todo lo demás, un niño no se parece más a sus padres biológicos que a otros adultos, concluye el estudio californiano.
Esto quizás es menos sorprendente si se tiene en cuenta que el la herencia genética no solo refleja a los padres sino a todos los antepasados cuyos cromosomas se mezclaron una y otra vez.

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